«¿Qué diferencia a una pareja gay de una hetero?», pensarás. Tal vez más de lo que piensas. Sobre todo su recorrido vital y la mochila emocional derivada del rechazo, la violencia y el bullying. Para tratar estas cuestiones, contamos con dos invitamos de excepción: Pablo López, de Tú y yo, Psicólogos LGTB, y Elena Requena, sexóloga y asesora de parejas.
Las heridas del bullying
Abordamos en primer lugar una cuestión que ya hemos tratado en GQ en más de una ocasión: el bullying y el rechazo que las personas LGTB+ sufren en su infancia y adolescencia genera unas heridas emocionales que pueden condicionar su futuro. Y sus relaciones de pareja. «Todo esto, sobra decir, no es fruto de la homosexualidad, sino de la falta de aceptación y el maltrato por parte del entorno», explica ante todo Elena Requena.
«Cualquier persona que haya sentido rechazo, falta de cuidado o negligencia por parte de su entorno va a encontrar más dificultades para vincularse, ya que en su forma de apegarse ha habido mucho sufrimiento», continúa la sexóloga. «Esto se traducirá, según cada caso, en evitar establecer vínculos cercanos por miedo a que le hagan daño, sensación de desapego, frustración, miedo, etc».
Pablo López completa este escenario. «Hay gente dentro del colectivo homosexual que ha sufrido homofobia que sufre una especie de trastorno de estrés postraumático, que se manifiesta en problemas en el estado de ánimo o falta de control de impulsos. En ocasiones esa ansiedad se intenta solventar como compulsividad respecto al sexo, al consumo de drogas en el hombre gay y de alcohol en la mujer lesbiana, en temas de vigorexia…».
La falta de referentes
A esto se añade la ausencia de modelos y la desesperanza en el amor. «Las parejas homosexuales sufren mucho la falta de referentes, y eso afecta a sus relaciones. Al no tener referentes románticos, a veces muchos hombres se acercan a la homosexualidad solo desde el punto de vista sexual. Satisfacen el impulso, pero se niegan la parte afectiva, de proyecto de vida«, apunta el psicólogo.
Esto es así desde la adolescencia y se incorpora a nuestra vida adulta. «Antes ni te planteabas tener una relación duradera porque no la conocías, porque las parejas estaban en el armario o porque no tenían el apoyo familiar. No nos planteábamos casarnos o formar una familia porque simplemente no era posible. Ahora te lo puedes plantear. Aunque no lo hagas, puede ser tu proyecto, y eso es muy importante». Tanto como el respaldo de tu entorno. «Antes un montón de relaciones se rompían por miedo a tener que enfrentar esa realidad en familia. Preferían romper a ser visibles«, añade López.
Pero hay espacio para la esperanza. «Quiero pensar que se está produciendo un avance imparable en cuestión de derechos y también de emociones para un colectivo tan maltratado a lo largo de la historia como el LGTBIQ+, pero no podemos dar por sentados derechos que se han ido logrando con los años», asegura Elena Requena. «Si vamos normalizando el amor entre personas del género que sea, todo irá mejor, y podremos vivir nuestras emociones de forma tranquila y sin amenaza».
Relaciones de inseguridad
Esas heridas emocionales que apuntábamos antes derivan en ocasiones en relaciones de inseguridad y problemas en la gestión de las emociones. Muchos relacionan esto con mitos como la promiscuidad de los hombres gais o la competitivad entre ellos, incluso en pareja. «Aunque no se puede generalizar, hay estudios que demuestran que el hombre en general es más sexual que en la mujer, aunque no se da en todos los hombres ni mujeres, ni solo en heterosexuales o heterosexuales», detalla Pablo López sobre este tema.
Por la falta de referentes, «el hombre gay siempre ha entrado más a lo homosexual por lo sexual que por lo afectivo, y el ocio gay también está muy dirigido a lo sexual, como los cuartos oscuros de los bares, o esa importancia de ligar que, no obstante, también se da en los heteros«, continúa. «Existe lo que se llama ansiedad minoritaria, derivada de la violencia y el estigma, y cuando las personas salen del armario, estos niveles de ansiedad disminuyen en las mujeres pero aumentan en los hombres que solo se mueven por círculos gais. ¿Por qué? Por la dinámica del estereotipo, de cumplir determinadas expectativas, del culto al cuerpo, de ver quién tiene más relaciones…».
Respecto a esas relaciones de competencia dentro de la pareja, en las que algunos hombres gais juegan a ver quién liga más, Requena recuerda que «cada sistema es único y complejo con un funcionamiento concreto, que se explica mediante la biografía de cada miembro por separado y la puesta en común de ellos. Dentro de esto pueden darse situaciones de inseguridad, y si esto ocurre, debemos hablar con nuestra pareja para saber qué siente al respecto e intentar que no se convierta en un problema». Además, ¿quién dice que esto no sucede en las parejas heterosexuales?
La violencia intragénero
Una cuestión que muy pocos ponen sobre la mesa cuando hablamos del colectivo LGTB+: la violencia intragénero, que se da en relaciones compuestas por personas del mismo sexo. «La violencia en la pareja, sea del género que sea, puede verse, y de hecho lo hace, por condicionantes sociales y roles emocionales que tomamos. Las relaciones de poder y sumisión, la desconfianza… Son escenarios que se dan de igual forma en parejas gais», recuerda Elena.
Pablo López aborda la invisibilización de esta problemática, y forma parte de SILVI (Servicio Integral de Lucha contra la Violencia Intragénero), de la Fundación Triángulo, que ofrece recursos gratuitos como la asesoría psicológica y jurídica, el acompañamiento social… Vincula este tipo de violencia con todas esas heridas emocionales de las que hablábamos. «Haber sufrido homofobia o bullying no es razón para volcar nuestra ira en nuestra pareja. Una relación amorosa no está para eso. Mi pareja me puede escuchar, pero es importante que yo trabaje esas cosas, en terapia, por ejemplo».
Las nuevas relaciones
Hablemos por fin de algo más positivo: cómo el colectivo LGTB+, con su visión desprejuiciada del sexo, lidera los referentes en nuevas relaciones, como la pareja abierta o el poliamor. «Sí, se ha abierto un camino muy interesante, y es importante que cada persona que lo lleve a cabo esté satisfecha. A veces te encuentras en terapia gente a quien no le hace feliz y le están dando problemas, o que lo hace porque quien quiere es su pareja y tiene miedo de perderla«, propone Pablo. Elena coincide: «Estas nuevas fórmulas no tienen por qué ser la panacea para todo el mundo, gay, hetero o de cualquier orientación. Cada persona y pareja deben consensuar su modo de relación».
Consejos para cuidarnos
Terminamos este manual para tener relaciones gais de pareja más sanas con un puñado de consejos. Y valen tanto para hombres gais y otro colectivo dentro del LGTB+ como para heterosexuales. «Es clave no perder la individualidad. A veces demasiada fusión nos lleva a perder amistades u ocio, y cuando esa pareja se acaba, nos quedamos muy vacíos. Incluso pasaremos lo que tengamos que pasar con tal de no perder eso que, aunque no sea muy valioso ni nos aporte mucho, es lo único que tenemos«, advierte Pablo López.
«Hay que evitar las relaciones de dependencia emocional. Tengo derecho a priorizar lo que quiero por encima de la otra persona, a decir no, a poner límites, a expresar mis emociones», prosigue. «Si no hago esto, es probable entrar en un bucle en el que la otra persona te tratará como quiera».
«Los retos son muy parecidos para cualquier pareja. Sentar bases de confianza, respeto, comunicación, amabilidad ternura y deseo son cartas ganadoras«, aconseja Elena. «Si la sociedad tratara con naturalidad la orientación de cada persona, si reflexionara acerca de la libertad para amar, aceptáramos que cada uno de nosotros somos únicos, irrepetibles e igual de valiosos, todo sería más fácil a la hora de vincularnos, cada cual con quien desee».