Una noche sáfica donde la Luna brilló como nunca

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Desde nuestros encuentros furtivos hasta la trágica pérdida, Luna dejó una marca indeleble en mi vida, y me mostró que el amor verdadero no puede ser encerrado.

Me pregunto por qué en ocasiones reducimos el sexo al mero acto penetrativo, cuando existen tantas cosas ricas y bonitas que se pueden hacer además del “meter/sacar”.

Cuando me preguntaban sobre mi primera vez, solía relatar sobre la experiencia heterosexual que viví, la cual no tuvo nada de malo, pero realmente esa no fue la primera, puesto que realmente yo me atreví a descubrirme con una novia que aparentó ser mi amiga, cuando realmente fue una de las mujeres que más suspiros me robó. Y con ella en su momento más de la mitad de mis sueños se fueron… pero veamos, regresemos a lo de mi primera vez.

Yo tenia 15 años y apenas estaba dándole nombre a mi vivencia queer (historia corta: me metí a unas clases de actuación donde descubrí que no era la única persona LGTBQIA+ en el mundo wujuuu). Diría que desde los 12 ya sabía que heterosexual no era, pero al haber crecido en un entorno donde eso se percibía como “asqueroso» o incluso «un pecado”, preferí suprimirlo y rezar para que eso se me quitara… aunque rezar no sirvió de mucho cuando la conocí; ella se llamaba Luna.

¿Ubican la sensación de tener un “gay panic”? Bueno, cuando la vi fue eso y un terremoto en mis piernas, un tartamudeo que no podía nivelarme y la “extraña necesidad de querer que la niña bonita de la clase fuera mi amiga”. La miraba y pensaba: «por favor háblame, por favor mírame» y la suerte estuvo de mi lado pues al cabo de unos días nos volvimos amigas.

Casi siempre estábamos juntas pero aun así en mi cabeza rondaba la idea de que “las mujeres solo se enamoraban de los hombres” y no de otra forma, tenía miedo de sentir que tenía un *no* más que asegurado, pero creo que las ganas de sentirme amadx y amar me ganaron. Al cabo de unos meses por primera vez presentamos un musical y sentí lo que era estar en un escenario, dejando la pena y todo lo que pesa detrás, al final solo se escuchaban los aplausos que me regalaron el valor que necesitaba para declararme.

Cuando el telón bajó no esperé mucho para pedirle a Luna que me acompañara tras bambalinas en donde con palabras encimadas le intente expresar todo lo que ella me hacia sentir, creo que me di a entender muy bien cuando su respuesta fue *yo siento lo mismo* y ahí mismo experimente lo que era besar a una mujer que de verdad quería. Juré que tendría un nudo por la idea de cómo se lo explicaría a mi familia pero en ese momento… todo se sentía bien, todo era perfecto y acordamos que si teníamos que vivirlo en secreto seria el mas bonito que guardaríamos.

Salir con ella era un sueño, me reía mucho, constantemente me sacaba de mi zona de confort, pero de una forma amable y aunque ante los ojos de lxs demás solo éramos mejores amigas, con ella sentí todo.

Recuerdo que la cercanía fue tan grande que Luna comenzó a venir a mi casa regularmente pues “solo era mi mejor amiga”, eventualmente mi madre la invito a un viaje que hicimos a Acapulco y dado que su madre ya estaba comenzando a tener sospechas, pero se sentía en paz con el tema le dejo venir sin ninguna traba.

Una noche en ese viaje donde nos dejaron a solas nuestros besos comenzaron a subir de nivel y ella me preguntó si quería intentarlo, por supuesto que quería, pero también no tenía idea ni qué hacer o cómo lidiar con la idea de que viera mi cuerpo… aun así fue la experiencia más cálida y natural que pude haber pedido, ella entendía mejor mi cuerpo que yo. Recuerdo que incluso esa noche me sorprendí de todo lo que podía sentir y no sabía. Después de ese encuentro algo dentro de mí me gritaba que por favor no escondiera más nuestra relación, pero supongo que el miedo y la juventud me ganaron pues decidí callar. Creo que en mi primera vez indudablemente hice el amor y la química que sentí fue tan exacta que a la fecha lo recuerdo como una sutil melodía.

Mi primera vez fue sáfica y me llenó en tantos aspectos que cada vez que podíamos simplemente pasaba, los besos y los abrazos eran a veces dulces y otras tantas un poco bruscos, pero con ella siempre fueron un sueño.

Últimamente me pregunto por qué no enuncie antes este encuentro que fue tan bonito como realmente mi primera vez, siento que se lo debo.

Si les interesa saber, esta historia terminó de una forma inesperada y más para cuando eres tan joven, nunca peleábamos pero de las pocas veces una de esas tuvo que ser por la mala ejecución de una obra donde tuvimos roces y expusimos nuestros desacuerdos ante el grupo, recuerdo que faltaban pocos días para mi cumpleaños y que yo estaba esperando mi fiesta un 18 de enero a la cual… por un arranque de enojo la desinvité, dije que no quería verla y cuando la celebración llegó era a la única persona que esperaba, las horas pasaban y nunca cruzo la puerta.

Para las 6 pm ya me había resignado y no podía creer que innatamente no había asistido a mi cumpleaños, “Oye… creo que tenemos que hablar” le mandé, nunca leyó el mensaje y así dieron las 7 y cachito, me entró una llamada de un amigo quien con voz rara me pidió que me fuera a un lugar tranquilo y que no entrara en pánico para poder decirme:

Luna…ay no…no sé como decírtelo, pero Luna se murió, tuvo un accidente, no entiendo bien, pero por favor háblale a su familia, lo siento mucho de verdad.

Yo estaba cumpliendo 16 años y no sabía como reaccionar pues “las personas jóvenes no se mueren ¿verdad?”, de lo que recuerdo apenas pude decir algo, mi reacción fue reírme y decirle a ese amigo que no dijera esas cosas, cuando le escuche llorar entendí que no era una broma, sentí adrenalina espantosa, náuseas y la sensación de que no respiraba… le marque a su hermana quien era la única que sabia de nosotras, estaba destrozada, fue un accidente por la distracción de otra persona, de lo mas tonto, no se pudo hacer nada, ella nunca leyó mi mensaje y yo nunca pude pedirle perdón. Cuando mi madre me preguntó por qué lloraba en mi cumpleaños solo pude decirle que “mi mejor amiga se había ido”, cómo me odié por haber tapado la verdad, pero el closet donde me refugiaba aun no me podía soltar…

Por muchos años me culpé por ese suceso, le tomé terror a pelearme con mis parejas, aunque después de Luna me costo mucho volver a querer salir con alguien y a tener relaciones saludables. Incluso llegué a pensar que el cielo me estaba castigando como siempre me dijeron que pasaría si “caía en el pecado”. Después de Luna tuve parejas hombres, pero simplemente no funcionaban; por años iba a visitarla donde descansaba cada 18 de enero, con el tiempo el fui perdiendo la pista a su familia hasta un día que me reencontré con su hermana y ella estaba mejor, la vida no se detuvo y solo siguió enseñándome.

Claramente nunca la voy a olvidar, pero de aquí a un tiempo ya no le visito donde descansa, pero a forma de disculpa o recuerdo cada vez que puedo me acompaña en mis escritos, pinturas o simplemente en mis recuerdos.

Quisiera que simplemente hubiéramos terminado y que ella siguiera viviendo su vida por ahí pero supongo que las sorpresas no siempre nos gustan. Aprendí mucho en el tiempo que pude pasar a su lado y si algo no planeo volver a vivir, es una relación en un closet pues el amor es tan grande que no cabe en ese espacio tan reducido que nos hacen creer que es “seguro”.

Merecemos amar y sufrir a todo color a plena luz del día.

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