Luis Panini, el hombre que con su pluma ha destruido a un amante y está buscando cómo fusionar sus dos pasiones: la literatura y el diseño de espacios.
Los talentos de Luis Panini
Cuéntame, cuéntame… ¿Cómo descubriste tus talentos?
Fuera de las lecturas impuestas en la primaria, a los 11 años comencé a buscar otro tipo de lecturas que no formaban parte del currículum escolar. Supongo que descubrí mi gusto por la escritura tras descubrir el gozo que me procuraba la lectura.
Luis… ¿Qué significa para ti escribir? ¿Cómo fue que descubriste que tenías esta habilidad?
Es una parte fundamental de mi vida. No escribo por considerarlo un oficio respetable o relevante, simplemente lo hago por necesidad, porque no tengo otra
alternativa. Creo que terminaría escribiendo incluso si me propongo no hacerlo. Es inevitable. Un mal necesario, a veces, que me aísla de todo lo demás, pero
también una manera estupenda de negociar el paso de las horas.
Quizás comenzó como una especie de imitación, el deseo de emular lo que otros hacían, pero con mis propias palabras, haciendo a un lado la imaginación ajena y permitiendo que la mía gestara las posibilidades que hay en una página.
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Motivaciones y proyectos
¿Qué te motiva a escribir?
Hasta la fecha no lo he descubierto. Algo que siempre tengo presente es que la literatura es un arte inútil, como debe ser el arte. Leer o escribir literatura no te hace una mejor persona, no mejora tu vida. Esas son poses romántico-humanistas que prefiero evitar. Si le adjudico un propósito o encuentro motivos específicos que me motivan a escribir, entonces la literatura quedaría arruinada, dejaría de interesarme, porque es precisamente en ese misterio donde radica su encanto, en ese no saber por qué le dedico tanto tiempo a un oficio que no deja mucho, salvo la esporádica satisfacción que no justifica esta obsesión.
¿De dónde viene tu inspiración para crear tus textos?
No cuento con una fuente de inspiración como tal. Las ideas siempre me llegan de forma arbitraria. A veces surgen bajo la regadera, mientras camino, tras leer un artículo, etc. Una vez que llegan procuro investigar al respecto, documentarme en muchos casos, para decidir si en realidad se trata de una idea que merece ser desarrollada y no algo que simplemente logró encandilarme bajo el imperio de la emoción.
Cuéntanos de tus proyectos, ¿de qué van tus textos?
Los temas son muy variados. Mi novela «El uranista» retrata un fin de semana en la vida de un pederasta que quiere armar un rompecabezas. Otra novela, «La hora mala», juega con la idea de cómo pueden manipularnos las opiniones ajenas, las habladurías y orillarnos a tomar decisiones extremas. Mi libro más reciente, «Los pánicos principales», es una colección de viñetas autobiográficas sobre el despertar sexual durante la infancia y pubertad.
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Para finalizar… ¿Qué consejo les darías a los nuevos creadores de contenido y artistas emergentes?
A los escritores, sobre todo, lo mismo de siempre, que puede resultar trillado: siéntate a escribir. Un libro no se escribe solo, sino que es el resultado de una
disciplina autoimpuesta. Sólo si la escritura forma parte de tu vida cotidiana conseguirás terminar proyectos.