A quien corresponda
Para ser la primera columna que escribiré, me es un poco difícil con que podría comenzar. Sí, tantos temas de que hablar, con un espacio ilimitado de todo aquello que podría expresar, para tener en ese mismo momento un bloqueo creativo.
Y así es como comenzamos este apartado para la salud mental. Un espacio dónde todos y todas aquellas simples mortales pueden sentirse identificados conmigo, como Psicóloga o como una humana. Por que, todos somos imperfectos.
Así que, comenzamos con un tema tan común hoy en día: la imperfección humana.
Aquel don que Dios ni ninguna deidad nos logró heredar, «y que eso le quitaría el sabor agridulce a la vida»; y por ello hay días que nos sentimos decaídos, sin ganas de levantarnos de la cama, pero debemos seguir sobreviviendo (porque es lo que muchos hacen: sobrevivir).
Mientras que otros días nos levantamos con las ganas de tragarnos el mundo con la esperanza de que esa emoción nos dure días, o quizás semanas, mejor, meses, ¡pero no es así!.
A lo largo de estos últimos meses, desde que viví una experiencia muy amarga (quizá la más hostil), me he dado cuenta de que eso de ser «feliz», no es nada fácil. Y que pocas personas son incapaces de sobrellevarlo y otras menos de aguantarlo.
Pero siguen haciendo el intento. Todos los días, a partir de ese momento eran tragos de felicidad imitada para encajar en una sociedad que es cruel con aquellos que sufren una pérdida (de lo que sea) y que no podemos empatizar por ese luto que llevamos cargando por meses u años, y que para que recuperarte estás totalmente solo, por que nadie puede entenderte y/o comprenderte por que lo que viviste.
Si, suena cruel, pero el camino al amor propio es solitario y no lo digo porque de plano no tengamos a nadie que esté con nosotros, sino que es ahí donde nos daremos cuenta de que, realmente lo estarán en ese laberinto de emociones, soportarán contigo la tormenta y lo que es mejor aún: respetarán tus limites y decisiones. Y es ahí, donde me doy cuenta de no estamos listos para esa conversación.
Es totalmente triste saber de personas que se sienten solas y vacías, que pasan por un mar de turbulencias y sienten que nunca lo superarán y que no estemos ahí para apoyarlas, porque no sabemos estar para alguien y tampoco para nosotros mismos. Lamentablemente porque vivimos en una sociedad donde no podemos hablar y expresar abiertamente nuestros sentimientos, ya que somos mal vistos de débiles o poco tolerantes a la desgracias (si, por que no falta aquella persona que te dice que superes ya a tu ex, con un tono que fuera demasiado sencillo). Pero no todo esta perdido. Por ello dedico esta carta, esta es mi primera columna a los defectuosos, a los humanos con esos sentimientos que están a la espera de salir a la luz, de ser liberados de todo aquel peso que cargan como saco de piedras en el lomo. Sí, a todos aquellos que tienen una historia que contar. ¡No están solos!, y cuentan con un hombro en donde recargarse y unos oídos donde libremente los puedo escuchar; porque los quiero ayudar. Así como hay personas que odian sin conocer, ¡yo los amo sin conocer!.