Una en tanto millenial sabe que es hija de lo híbrido, de lo último de la era análoga y lo primero de la era digital. Sabe que es una de las generaciones que todavía salía a jugar a la calle, pero que también aprendió a guardar el número telefónico de sus padres con sus nombres de pila y no como «mamá» o «papá». Sabe que lo suyo, lo suyo cada día es más la inmediatez que la profundidad. Ahora bien, que no se piense que les millenials hemos descubierto el secreto de la vida o que tenemos todas las certezas.
A veces una, en tanto millenial, ya no sabe de qué está hecha. Si está hecha de cristal, porque nos duelen las injusticias y el nulo cuidado a la salud mental. O si está hecha de concreto, porque vemos con toda naturalidad cosas tan «escandalosas» como ver a dos hombres besándose o a una mujer sin depilarse las axilas. A veces una, en tanto millenial, ya no sabe cuándo se acaba la «juventud» y cuando empieza la vida de «adulto responsable», o si mejor es quedarse como un «adulto independiente con gustos bien dementes».
Para todo eso y más, inventamos el tutorial (también podría haber dicho que existe Mastercard, pero ni me patrocinan, ni pretendo endeudarme de por vida con sus tarjetas de crédito, porque sigo siendo un adulto chiquito). Y es que los tutoriales tienen una forma de hablar bien… particular. Sabes que los hizo alguien que tenía las mismas dudas que tú tienes, pero que no formulas por miedo a sentirte bien pen…sative. Están hechos paso a paso, explicados con peras y manzanas y los hay para realizar cualquier cosa, desde tutoriales para hacer declaraciones ante el SAT (te odio, ojalá no existieras), hasta tutoriales para preparar unos buenos dorilocos (los amo, ojalá nunca mueran).
Ahora bien, que no se piense que el origen de todas estas columnas es espontáneo, la que escribe es sólo una, pero no vengo sola. En tanto lesbiana, me es importante hacer visible que hay una historia lésbica que no ha sido contada, ni registrada, y que las veces que se ha hablado de nosotras ha sido como comparsa de un movimiento que ayudamos a sostener, pero que al pasar de los años, nos ha dejado de lado. ¿Por lesbofobia? ¿Por misoginia? ¿Por ambas cosas en sentido igual y contrario? Tal vez todo junto, pero de que es necesario ponerle un altavoz a las voces lésbicas y sáficas, es necesario. Y es siguiendo esta línea histórica de donde surge la idea de este tutorial-
En 2009 se imprime la primera edición del «Manual de la buena lesbiana», bajo la autoría de la actriz, activista, diputada y reina chula Ana Francis Mor. La obra tiene dos volúmenes donde el ser lesbiana, el entenderse lesbiana y el vivirse lesbiana es el tema principal, y no es que sea una guía que haya qué seguir al pie de la letra, sino una serie de reflexiones sobre lo que implica enunciarse así en un mundo tan complejo y que todavía no termina de vernos como personas, ya no se diga como ciudadanes. Ciertamente muchas cosas han cambiado y se han ganado algunas batallas, pero ante un nuevo contexto, llegan nuevas preguntas y nuevas vivencias que siempre será necesario poner sobre la mesa, nombrarlas para que existan, nombrarnos para seguir existiendo.
Sin más preámbulo, y a manera de un sentido homenaje en vida (que, si me lo preguntan, es cuando se deben hacer los homenajes y no esperarnos hasta que la persona ya no esté con nosotres para decirle cuánto valoramos su trabajo), me permito presentar este «Tutorial de la buena lesbiana», y como persona de rituales que soy, lo haré contestando algunas de las preguntas que Ana Francis Mor plantea en la presentación del libro en el que se inspira esta columna.
Pregunta: ¿Ser lesbiana es sólo una cuestión sexual?
Respuesta: Yo siento que soy lesbiana cuando actúo personajes que hablan sobre sus
amores en escena sin tener que fingir que soy Julieta y me muero de amor por el chamaco
guango de Romeo. Soy lesbiana cuando me siento inmensamente dichosa de tener una
relación con alguien que no teme tomarme de la mano en la calle. Soy lesbiana cuando mi
pareja se une, con una mirada estrictamente antropológica, a ver el ritual de mi mamá y yo
viendo un partido de futbol y ahí vamos las tres con nuestra playera de la selección
mexicana. Incluso soy lesbiana cuando mis amigas me piden consejos para ligar con vatos
y yo no tengo ni la menor idea de qué decirles. Ya lo sexual/sensual es puritita ganancia y
gozadera.